Acusaciones.
La capital libanesa ha sido escenario desde el miércoles de enfrentamientos callejeros entre las milicias leales a la organización política, chiíta y armada Hizbollah y las fuerzas leales al gobierno. Los enfrentamientos son los mas fuertes desde la guerra civil que asoló el país de
El martes pasado (6/5) el gobierno lanzo una serie de acusaciones a la organización (que es muy importante políticamente en el país debido a su protagonismo en la resistencia a Israel durante la ultima guerra del Libano) que dispararon los enfrentamientos callejeros del día siguiente, durante una huelga general programada por la confederación general de los trabajadores del Libano.
El gobierno había acusado a la red de telecomunicaciones privada de la organización de amenazar su soberanía y de ser ilegal, y comenzó ese mismo día acciones legales para que esta sea desmantelada. Hizbollah desoyó la acusación y declaró que la red es vital en cuanto a comunicación y propaganda y que cualquier intento de destruirla seria visto como una declaración de guerra.
Además, la tensión creció luego del anuncio de que seria destituido el jefe de seguridad del aeropuerto de Beirut tras ser acusado de simpatizar con la organización y haber instalado para ella cámaras de vigilancia en la pista del aeropuerto, por lo cual la justicia estaría investigando a la organización por espionaje.
La ola de acusaciones y movimientos se sintió claramente como una profundización de un conflicto que ya lleva muchos meses y que desde noviembre pasado ha hecho imposible la elección de un nuevo presidente (cargo que esta vacante), tras 17 sesiones parlamentarias pospuestas. Las luchas por el poder entre los diferentes espacios políticos (entre ellos Hizbollah) han hecho muy complicada la arena política.
Por eso, el conflicto, mas que una cuestión legal o de seguridad, es esencialmente de esta índole. Es, claramente, una lucha de poderes.
La huelga.
Los tiroteos comenzaron el miércoles, día en que se llamo a una huelga general en contra del gobierno y con el objeto de que se suban los salarios, a la que se plegó Hizbollah. La huelga fue convocada por el mayor sindicato de trabajadores del país con la demanda de una suba general de sueldos (de $130, mínimo a $600), los cuales no se modificaban desde 1996.
Esta demostración en contra del gobierno rápidamente degeneró en violencia entre los grupos que apoyan a Hizbollah y los que apoyaban al gobierno. Tanto la policía como el Ejercito salieron a la calle con el objeto de acabar con estos pero no se comprometieron en la lucha por miedo a ser arrastrados y profundizar el conflicto. A continuación la violencia se esparció a las diferentes regiones del país. Sin embargo, ningún grupo se hizo responsable del conflicto. Parecería ser que los únicos que combaten son “seguidores” de ambos bandos.
La profundización del conflicto.
El jueves los enfrentamientos ya estaban fuera de control. El discurso dado por el líder de Hizbollah, Hasan Nasrallah, solo agudizo las tensiones: en este califico las acciones y acusaciones del gobierno como una declaración de guerra, hecho que técnicamente llamaría a todo combatiente de Hizbollah a salir a la calle. Lo que sucedió. Los enfrentamientos aumentaron y el gobierno ofreció considerar a todo un malentendido y ordenar al ejercito (que en el conflicto es neutral) acabar con los enfrentamientos que una vez mas tiñen de sangre la capital libanesa. Sin embargo, la propuesta fue desestimada por la organización, la cual solo acepta para lograr un acuerdo que el gobierno retire toda acusación e implementación legal en contra de ella.
Hoy (por el viernes 9/5) la ciudad amaneció prácticamente en guerra y el sur de la ciudad (aeropuerto internacional incluido) bajo poder de Hizbollah.
El ejercito sigue sin intervenir y el gobierno ya habla de un golpe de estado. Una vez más, Líbano es escenario de la violencia política que perfila para otra guerra civil, pero , esta vez con claras implicaciones de otras potencias territoriales como Siria y el Irán chiíta, gran soporte de Hizbollah.
En la foto: una barricada en un acceso al aeropuerto internacional de Beirut, controlado, al momento, por los milicianos de Hizbollah.
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